MEDIO AMBIENTE Y SOCIEDAD

Existe asimismo una creciente conciencia en las sociedades avanzadas acerca de la necesidad de considerar la conservación del medio ambiente como una gran prioridad política. Este planteamiento ha supuesto la incorporación de las cuestiones ambientales en la agenda política con la articulación de partidos políticos, asociaciones y grupos que enarbolan esta bandera y defienden las cuestiones de conservación y calidad del ambiente como el valor de mayor calado para la adecuada relación entre el hombre y la naturaleza por su incidencia en la calidad de vida de los ciudadanos. Es fundamental poner de relieve que estas posiciones que mueven y atraen una parte importante de las ideas y movimiento progresistas son, paradójicamente, profundamente conservadoras en lo que atañe al progreso en relación con la naturaleza. Prefieren lo que existe, el resultado de cuatro mil años de evolución, en el que han jugado un papel activo algunos de los problemas que denuncian -pero que ya no combaten-, antes que apoyar posibles desarrollos que tienen su raíz en nuevas expectativas tecnológicas. Prima la desconfianza como consecuencia de las negativas experiencias anteriores -catástrofes nucleares y marítimas; las graves repercusiones climáticas del uso de los clorofluorocarbonos y del masivo consumo energético; la acumulación de residuos, muchos de ellos peligrosos y, en todo caso, nocivos para el entorno; el uso indiscriminado de pesticidas-. Esta actitud pesimista penetra a través de todas las posiciones ambientalistas, independientemente de la mayor o menor racionalidad de sus posturas, lo que ha conducido a establecer como gran principio que la implantación de nuevas tecnologías no supone sólo beneficios sino que, por el contrario, puede estar en la base de nuevos -no deseados ni deseables- riesgos y eventuales perjuicios para la calidad de vida de los ciudadanos.
El gran desarrollo de la química durante la "segunda" revolución industrial ha colocado en el mercado casi cien mil productos químicos, cuyos beneficios son indudables, pero también son responsables de algunas de las consecuencias que preocupan socialmente y que ya mencionábamos anteriormente -contaminación del aire y las aguas continentales y marinas; los trastornos generados por accidentes en la fabricación de tales productos y en el transporte de los mismos; las toneladas de residuos abandonados en cementerios, de incomprensible elección en muchos casos para la sociedad y de dudosa seguridad en otros; el deterioro de la capa de ozono-.
Esta constatación ha generado una notable desconfianza social, en general entre colectivos avisados y responsables, en el tecnocientifismo ciego, por una parte, y en el capital inclemente, por otra.
Ello ha llevado a los defensores del ambiente en primer lugar, y a los militantes de las posiciones de izquierda en segundo lugar, a lo que yo estimo es origen de un conflicto entre ideas y praxis, a una situación hasta cierto punto paradójica. Son recolectores de las posiciones de mayor idealismo, pero defienden actuaciones marcadas por un gran pragmatismo. La relación coste/beneficio social que en general ha marcado la defensa de la ciencia y la tecnología por parte de las fuerzas progresistas ya no se tiene en cuenta. Se asume anticipadamente que el coste va a ser excesivamente alto. Mejor es lo que tenemos que lo que puede venir. No se confía en que las soluciones de los problemas globales dependan de las nuevas tecnologías; se piensa, por el contrario, que las mejores posibilidades de encontrar soluciones se encuentran fuera de la gran carrera tecnológica.

IMPORTANCIA DEL MEDIO AMBIENTE


El medio ambiente es el conjunto de todas las cosas vivas que nos rodean. De éste obtenemos agua, comida, combustibles y materias primas que sirven para fabricar las cosas que utilizamos diariamente.
Al abusar o hacer mal uso de los recursos naturales que se obtienen del medio ambiente, lo ponemos en peligro y lo agotamos. El aire y el agua están contaminándose, los bosques están desapareciendo, debido a los incendios y a la explotación excesiva y los animales se van extinguiendo por el exceso de la caza y de la pesca.
Debido a esto, la ONU busca lograr el "desarrollo sostenible". Este concepto quiere decir el hecho de lograr el mayor desarrollo de los pueblos sin poner en peligro el medio ambiente. Para ello se creó, en 1972, el Programa de las Naciones Unidas sobre el Medio ambiente (PNUMA), que se encarga de promover actividades medioambientales y crear conciencia entre la población sobre la importancia de cuidar el medio ambiente.
Con el fin de preservar el medio ambiente de la Tierra, que es "la casa mayor de todos los seres humanos", la Organización de las Naciones Unidas trabaja con intensidad para lograr acuerdos internacionales que ayuden a preservar y respetar el medio ambiente, como el mejor legado o herencia que los adultos puede dejar a los niños.
Así, en 1992, la ONU celebró la "Cumbre para la Tierra", en la cual se adoptó el "Programa 21", que es un plan de acción que explica las medidas para lograr un desarrollo sostenible. Más de 1,800 ciudades del mundo han hecho su propio programa 21 local, basándose en el que se adoptó en la Cumbre para la Tierra. En esta Cumbre, también:

el medio ambiente


Desde siempre la especie humana ha interaccionado con el medio y lo ha modificado, los problemas ambientales no son nuevos. Sin embargo, lo que hace especialmente preocupante la situación actual es la aceleración de esas modificaciones, su carácter masivo y la universalidad de sus consecuencias.
Los problemas ambientales ya no aparecen como independientes unos de otros sino que constituyen elementos que se relacionan entre sí configurando una realidad diferente a la simple acumulación de todos ellos. Por ello, hoy en día podemos hablar de algo más que de simples problemas ambientales, nos enfrentamos a una auténtica crisis ambiental y la gravedad de la crisis se manifiesta en su carácter global.
Sin embargo, no podemos limitarnos a percibir esta crisis como conflicto en el que determinados planteamientos sobre el mundo y sobre la vida resultan inadecuados. Si somos conscientes de que sólo en un ambiente de crisis se consideran y se desarrollan soluciones innovadoras, parece claro que tenemos ante nosotros el desafío de encontrar en la crisis una ocasión para "reinventar" de forma creativa nuestra manera de entender y relacionarnos con el mundo.
Pero estas soluciones no pueden ser solamente tecnológicas, el desafío ambiental supone un reto a los valores de la sociedad contemporánea ya que esos valores, que sustentan las decisiones humanas, están en la raíz de la crisis ambiental. En este contexto, la educación ambiental tiene un importante papel que jugar a la hora de afrontar este desafío, promoviendo un "aprendizaje innovador" caracterizado por la anticipación y la participación que permita no sólo comprender, sino también implicarse en aquello que queremos entender.